El presente artículo,
aunque el más corto de los consignados en este volumen 3, representa uno de los
momentos más importantes en la obra de Freud, pues su reflexión extiende el puente
para el paso de la psicopatología a la psicología del hombre “normal”, que en
adelante se irá acentuando en obras como “La interpretación de los sueños”, la “psicopatología
de la vida cotidiana” y “el chiste y su relación con el inconsciente”.
Quizá no esté desprovisto, en sí, de interés
poder penetrar el proceso de un suceso psíquico de esta clase –la desmemoria-, que se incluye
entre las perturbaciones mínimas en el dominio del aparato psíquico y es
conciliable con una salud psíquica no turbada en lo demás. (Pág. 286)
Cinco son las características
generales que se destacan en el fenómeno de la desmemoria:
i) El olvido ataca con preferencia a nombres propios
ii) La impotencia que experimenta la conciencia –la atención-
por conquistar el recuerdo buscado.
iii) El retorno insistente de recuerdos que se saben no
son los correctos.
iv) La sensación de displacer que acompaña el esfuerzo
por recordar y que resulta “desmesurada” a la importancia de lo olvidado.
v) La distracción de la atención muchas veces facilita
el recuerdo.
El mejor procedimiento para apoderarse del
nombre buscado consiste, como es sabido, en “no pensar en él”, vale decir,
distraer de la tarea la parte de la atención sobre la cual se dispone a
voluntad. Pasado un rato, el nombre buscado se le “descerraja” a uno… (Pág.
281)
Freud se sirve en este artículo de una experiencia personal para intentar ilustrar y esclarecer el
fenómeno de la desmemoria:
En un viaje que
realiza desde Bosnia a una ciudad en las cercanías de Herzegovina, trata con su
acompañante el tema de las particularidades culturales de los turcos, luego,
cuando la conversación recae sobre Italia y desea recomendarle que visite
Orvieto, para que contemple los bellos frescos que sobre el fin del mundo y el
juicio final hay en su catedral; no logra recordar el nombre del pintor de
aquella obra –nombre que conocía muy bien-, aunque sí recuerda con extrema
nitidez tanto su imagen como los frescos.
Dos nombres de
pintores italianos le retornan insistentemente –sabiendo que ninguno de los dos
es el que busca-; Botticelli y Boltraffio.
Pasado unos días,
cierto italiano culto le revela el nombre del pintor que se le mantenía oculto:
Signorelli.
En este punto, se
propuso ahondar en las circunstancias en que se produjo el olvido:
Se retrotrae entonces
al momento inmediato que anticipo el tema de Italia; la conversación sobre las
particularidades culturales de los turcos.
Descubre que, en
aquella conversación, sólo comento con su amigo un tema; la resignación que mostraba ese pueblo frente a la muerte, mientras
que había omitido –sofocado- otro; la
importancia que ese mismo pueblo le confería a los goces sexuales.
Estableció que las dos
anécdotas de aquel pueblo le habían sido referidas usando el artículo “Herr”
–Señor-.
Significación que comparte en italiano la primera parte del nombre olvidado “Signor”.
Luego, este sería el vínculo entre un primer olvido/represión –la anécdota sexual-
y el último olvido/represión –el nombre del pintor: Signorelli-.
La traducción “Signor”, para “Herr”, fue
entonces el camino siguiendo el cual la historia por mí sofocada había atraído
en pos de ella, a la represión, el nombre que yo buscaba. El proceso entero fue
facilitado, evidentemente, por el hecho de que en Ragusa yo hablé todo el
tiempo en italiano, es decir, me había habituado a traducir en mi mente del
alemán al italiano. (Pág. 284)
Otras asociaciones
encontradas son; entre el comienzo “Bo” que comparten los nombres de los
pintores que se le imponían a la memoria (Botticelli – Boltraffio) con el
comienzo del nombre Bosnia. Adicionalmente, la palabra “Herr”, con el comienzo de
la palabra Herzegovina, que son los nombres de las regiones por las que
viajaban.
Puesto que la simple
represión de la alusión sexual en la anécdota turca no demuestra idoneidad determinadora
para fundar represiones posteriores, se le considera a su vez como también
derivada.
Al indagar más allá de esta,
Freud encuentra el recuerdo de una época en que estando en “Trafoi” recibe
cierta noticia que hizo que reprimiera con fuerza el tema “muerte y sexualidad”
que le venía ocupando, siendo esta ocasión el verdadero núcleo patológico.
Como prueba, señala
la semejanza entre el nombre de aquel lugar “Trafoi” con la terminación del
nombre de uno de los pintores rememorados: Boltraffio.
Como reflexiones
generales que se desprenden de este ejemplo de desmemoria analizado aquí, Freud
apunta las siguientes:
1) El
mecanismo descrito para el fenómeno de la desmemoria recrea el mismo modelo
presente en la etiología de las psiconeurosis –histeria, representaciones
obsesivas, paranoia-: Represión/Proceso
de sustitución por formas de compromiso.
El mismo mecanismo que desde “Signorelli”
hace generarse los nombres sustitutivos “Botticelli” y “Boltraffio”, la
sustitución por representaciones intermedias o de compromiso, gobierna también
la formación de los pensamientos obsesivos y de los espejismos paranoicos del
recuerdo. (Pág. 286)
2) Puesto
que la desmemoria es un fenómeno que convive perfectamente con una vida
psíquica “normal”, lo mismo también podría valer para su mecanismo.
3) Los
núcleos patológicos (represiones pasadas) actúan en el presente como atractores;
generando así, diversas perturbaciones.
Una ilación de pensamiento reprimida se
apodera en la neurosis de una impresión reciente inofensiva, y la atrae hacia
abajo, junto a ella, a la represión. (Pág. 286)
4) La
sensación “desmesurada” de displacer que encontramos acompañando el fenómeno de
la desmemoria y otras perturbaciones neuróticas, en realidad se encuentra
justificada; pues le ha sido trasmitida desde los núcleos patológicos
reprimidos.
Unas masas de pensamientos reprimidos
adhieren su capacidad afectiva a un síntoma cuyo contenido psíquico aparece a
nuestro juicio como de todo punto inadecuado para semejante desprendimiento de
afecto. (Pág. 287)
5) La
comunicación es una forma de resolución de la tensión.
Que la tensión íntegra se solucione cuando
un extraño comunica el nombre correcto es un buen ejemplo de la eficacia de la
terapia psicoanalítica, que aspira a enderezar las represiones y los
desplazamientos, y elimina el síntoma mediante la reintroducción del objeto
psíquico genuino. (Pág. 287)
Naturaleza tendenciosa del recordar y el olvidar.
Como conclusión
general del análisis realizado al fenómeno del olvido, surge una nueva visión
sobre la memoria, no como un archivo, si no como una cualidad en fusión de una economía
del displacer.
Cabe aseverarlo con total universalidad: la
facilidad –y en definitiva también la fidelidad- con que evocamos en la memoria
cierta impresión no depende sólo de la constitución psíquica del individuo, de
la intensidad de la impresión en el momento en que era reciente, del interés
que entonces se le consagró, de la constelación psíquica presente, del interés
que ahora se tenga en evocarla, de los enlaces en que la impresión fue envuelta,
etc., sino que depende además del favor o disfavor de un factor psíquico
particular, que se mostraría renuente a reproducir algo que desprendiera
displacer o pudiera llevar, en ulterior consecuencia, a un desprendimiento de
displacer. (Pág. 287)
La mitad del secreto de la amnesia histérica
se descubre diciendo que los histéricos no saben qué es lo que no quieren saber. (Pág. 287)