Muchas de las
observaciones realizadas en los enfermos histéricos parecen justificar la
concepción de la existencia de cierto tipo de escisión de la conciencia en la
base de estos fenómenos.
Tres son las
principales posturas que intentan explicar la formación de esta escisión:
1) Como consecuencia
de una degeneración hereditaria.
Según la doctrina de Janet, la escisión de
conciencia es un rasgo primario de la alteración histérica. Tiene por base una
endeblez innata de la aptitud para la síntesis psíquica, un estrechamiento del
“campo de conciencia”, que como estigma psíquico testimonia la degeneración de
los individuos histéricos. (Pág. 48)
2) Como consecuencia
de la profundización de estados de ensoñación.
Según Breuer, “base y condición” de la
histeria es el advenimiento de unos estados de conciencia peculiarmente
oníricos, con una aptitud limitada para la asociación, a los que propone
denominar “estados hipnoides”. La escisión de conciencia es, pues, secundaria,
adquirida; se produce en virtud de que las representaciones que afloran en
estados hipnoides están segregadas del comercio asociativo con el restante
contenido de conciencia. (Pág. 48)
3) Como consecuencia
de un mecanismo psíquico de defensa.
La escisión del contenido de conciencia es
la consecuencia de un acto voluntario del enfermo, vale decir, es introducida por un empeño voluntario cuyo motivo es
posible indicar. (Pág. 48)
Freud, quien se
identifica con esta tercera postura, la desarrolla en los siguientes términos:
Esos pacientes por mí analizados gozaron de
salud psíquica hasta el momento en que sobrevino un caso de
inconciliabilidad en su vida de representaciones, es decir, hasta que
se presentó a su yo una vivencia, una representación, una sensación que
despertó un afecto tan penoso que la persona decidió olvidarla, no confiado en
poder solucionar con su yo, mediante un trabajo de pensamiento, la
contradicción que esa representación inconciliable le oponía.
En personas del sexo femenino, tales
representaciones inconciliables nacen las más de las veces sobre el suelo del
vivenciar y el sentir sexuales, y las afectadas se acuerdan con toda la
precisión deseable de sus empeños defensivos, de su propósito de “ahuyentar”
{“empujar lejos”} la cosa, de no pensar en ella, de sofocarla. (Pág. 49)
Acerca del camino que desde el empeño
voluntario del paciente lleva a la génesis del síntoma neurótico, me he formado
una opinión que acaso en las abstracciones psicológicas usuales se podría
expresar así: la tarea que el yo defensor se impone, tratar como “no
acontecida” la representación inconciliable, es directamente insoluble para él;
una vez que la huella mnémica y el afecto adherido a la representación están
ahí, ya no se les puede extirpar. Por eso equivale a una solución aproximada de
esta tarea lograr convertir esta representación intensa en una
débil, arrancarle el afecto, la suma de excitación que sobre ella gravita.
Entonces esa representación débil dejará de plantear totalmente exigencias al
trabajo asociativo; empero, la suma de excitación divorciada de
ella tiene que ser aplicada a otro empleo. (Pág. 50)
Es precisamente en el
destino que encuentra esta “suma de excitación “divorciada por el mecanismo de
defensa, donde Freud observa la posibilidad de poder explicar la etiología de la
histeria, de ciertas representaciones obsesivas, fobias y psicosis.
- Destino Uno
(Histeria): Trasposición a lo somático (Conversión)
En la histeria, el modo de volver inocua la
representación inconciliable es trasponer a lo corporal la suma de excitación,
para lo cual yo propondría el nombre de conversión.
La conversión puede ser total o parcial, y
sobrevendrá en aquella inervación motriz o sensorial que mantenga un nexo, más
íntimo o más laxo, con la vivencia traumática. El yo ha conseguido así quedar
exento de contradicción, pero, a cambio, ha echado sobre sí el lastre de un
símbolo mnémico que habita la conciencia a modo al modo de un parásito, sea
como una inervación motriz irresoluble o como una sensación alucinatoria que de
continuo retorna, y que permanecerá ahí hasta que sobrevenga una conversión en
la dirección inversa. En tales condiciones, la huella mnémica de la
representación reprimida {esforzada al desalojo} no ha sido sepultada, sino que
forma en lo sucesivo el núcleo de un grupo psíquico segundo. (Págs. 50-51)
En una dirección
inversa se apoyaría entonces, la psicoterapia:
El efecto del método catártico de Breuer
consiste en volver a guiar la excitación, con conciencia de la meta, de lo
corporal a lo psíquico, para forzar luego a reequilibrar la contradicción
mediante un trabajo de pensamiento y a descargar la excitación por medio del
habla. (Pág. 51)
- Destino Dos
(Representaciones obsesivas y fobias): Permanencia en lo psíquico; Trasposición
a representaciones no inconciliables.
Si una persona predispuesta [a la neurosis]
no está presente la capacidad convertidora y, no obstante, para defenderse de
una representación inconciliable se emprende el divorcio entre ella y su
afecto, es fuerza que ese afecto permanezca en el
ámbito psíquico. La representación ahora debilitada queda
segregada de toda asociación dentro de la conciencia, pero su afecto, liberado, se adhiere a otras representaciones, en sí no
inconciliables, que en virtud de este “enlace falso” devienen representaciones
obsesivas. (Pág. 53)
Para el caso
especifico de las fobias, sólo se atina a decir aquí, que la cualidad de la
“suma de excitación” divorciada es la angustia y, que esta angustia es la que
se transmite a las representaciones convirtiéndolas en fobias.
Para el enlace secundario del afecto
liberado se puede aprovechar cualquier representación que por su naturaleza sea
compatible con un afecto de esa cualidad, o bien tenga con la
representación inconciliable ciertos vínculos a raíz de los cuales parezca
utilizable como su subrogado. Por ejemplo, una angustia liberada, cuyo origen
sexual no se debe recordar, se vuelca sobre las fobias primarias comunes del
ser humano ante ciertos animales, la tormenta, la oscuridad, etc., o sobre
cosas que inequívocamente están asociadas con lo sexual de alguna manera, como
el orinar, la defecación, el ensuciarse, el contagio en general. (Pág. 55)
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