jueves, 14 de junio de 2012

ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA ( VIII ) - Historiales clínicos.


2. CASO EMMY VON N. (Continuación)


IV. MECANISMOS PSÍQUICOS DE LA HISTERIA EN EL CASO EMMY.
De manera general la histeria es concebida por Freud como la expresión de “montos de afecto” latentes en el sistema nervioso por no haber tenido una descarga adecuada en el pasado.
Consideramos los síntomas histéricos  como unos afectos y unos restos de excitaciones de influencia traumática sobre el sistema nervioso. Tales restos no quedan pendientes cuando la excitación originaria fue drenada por abreacción o un trabajo del pensar. Aquí uno ya no puede negarse a tomar en cuenta unas cantidades (aunque no mensurables), a concebir el proceso como si una suma de excitación {Summe von Erregung} llegada al sistema nervioso se traspusiera {umsetzen} en un síntoma permanente en la medida en que no se empleó en la acción hacia afuera proporcionalmente a su monto. Ahora bien, en la histeria estamos habituados a descubrir que una parte considerable de la “suma de excitación” del trauma se trasmude {umwandeln} en un síntoma puramente corporal. Este es el rasgo de la histeria que durante tanto tiempo estorbó concebirla como una afección psíquica. (Pág. 105)


Ahora bien, para explicar el cuadro de síntomas de Emmy, Freud nos ofrece una compilación de hipótesis suyas formuladas en diversos momentos de su aun incipiente obra.

El tic es explicado como surgido por la objetivación de una “representación contrastante” o “voluntad contraria”, mecanismo expuesto en su artículo “Un caso de curación hipnótica” y que retoma aquí de la siguiente forma:

La histérica, agotada por sus cuidados y su velar, está sentada junto al lecho de su hija enferma, quien ¡al fin! Se ha dormido y dice: “Ahora debes quedarte totalmente quieta para no despertar a la pequeña”. Es probable que este designio evocara una representación contrastante, el miedo de hacer empero un ruido que turbara el tan ansiado sueño de la niña. Tales representaciones contrastantes respecto de un designio se engendran también en nosotros de manera notable cuando no nos sentimos seguros en la ejecución de un designio importante.
El neurótico, en cuya conciencia de sí rara vez se echa de menos un sesgo de depresión, de expectativa angustiada, forma estas representaciones contrastantes en mayor número o las percibe con más facilidad; también le parecen más sustantivas. Ahora bien, en el estado de agotamiento en que se halla nuestra enferma, la representación contrastante, que en situación ordinaria habría sido rechazada, resulta ser la más intensa; es ella la que se objetiva y entonces produce realmente, para espanto de la enferma, el ruido que temía. Con miras a explicar el proceso total supongo además que el agotamiento es parcial; sólo atañe –según se diría en la terminología de Janet y sus discípulos- al yo primario de la enferma, pues no trae como consecuencia que también la representación contrastante se debilite. (Págs. 110, 111)


Los desordenes alimenticios de la paciente y la abulia (inhibición de la voluntad) son explicados en cambio, como surgidos por una inaccesibilidad que adquieren ciertas representaciones para el Yo, al encontrarsen inmersas en enlaces con afectos no tramitados –inconscientes-. Mecanismo que expone en su artículo “Estudio comparativo de las parálisis orgánicas e histéricas” y cuya conclusión resume aquí:

En el llegué al supuesto de que la causa de estas –las parálisis histéricas- residiría en que el círculo de representaciones de una de las extremidades, por ejemplo, sería inaccesible para nuevas asociaciones; y a su vez esta inaccesibilidad asociativa se debería a que la representación del miembro paralizado permanece englobada {einbeziehen} en el recuerdo del trauma, gravado este por un afecto no tramitado. Puntualicé, tomando ejemplos de la vida corriente, que una investidura así de una representación con afecto no tramitado conlleva siempre cierto grado de inaccesibilidad asociativa, de inconciliabilidad con nuevas investiduras. (Pág. 108)

Los dolores de la paciente son tomados como en su origen con una posible base orgánica pero que luego han devenido símbolos mnémicos de una situación traumática que coincidió en el tiempo con la manifestación primaria y objetiva de ese dolor.

Una parte de los dolores eran sin duda de base orgánica, (…) otra parte de los dolores eran, con extrema probabilidad, recuerdos del dolor, símbolos mnémicos de las épocas de emociones y de cuidado de enfermos que tanto lugar habían ocupado en la vida de la paciente. (Pág. 109)


Por último, como se observo, la mayoría de las alucinaciones se remitieron a series de sucesos traumáticos del pasado de la paciente a los que se accedió por la ampliación de su memoria por medio del uso de la hipnosis.

Sin embargo, para el otro síntoma principal; la intensa angustia que experimenta Emmy, se insinúa –y esto en relación a desarrollos teóricos posteriores- como producto de una retención de grandes sumas de excitación derivadas no de un suceso traumático exterior sino por la prolongación de una abstinencia sexual.

Me entra la sospecha de que esta mujer violenta, capaz de tan intensas sensaciones, no pudo triunfar sobre sus necesidades sexuales sin serias luchas y sin sufrir de tiempo en tiempo un agotamiento psíquico en el ensayo de sofocar esta pulsión, la más poderosa de todas. (Pág. 120)

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