miércoles, 15 de febrero de 2012

UN CASO DE CURACIÓN POR HIPNOSIS ( II )

Hipótesis sobre el mecanismo psíquico detrás de los síntomas histéricos.

Según Freud, la mayoría de nuestras representaciones tienen ligadas a sí mismas cierta carga de afecto relacionado con la expectativa. Estas representaciones pueden dividirse en representaciones sobre “lo que queremos realizar” o Representaciones de propósito y en representaciones sobre “lo que esperamos que suceda” o Representaciones expectantes.

Así mismo, las representaciones que contrarían a las dos clases de representaciones anteriores “No puedes hacer”; “Espera lo malo”- son agrupadas bajo el nombre general de Representaciones penosas contrastantes.

Existen representaciones a las que se conecta un afecto de expectativa; ellas son de dos clases: representaciones de que yo hare esto o estotro, los llamados designios, y representaciones de que esto o estotro acontecerá conmigo, las expectativas en sentido estricto. El afecto ahí anudado depende de dos factores: en primer lugar, del significado que posea para mí el desenlace, y en segundo lugar, del grado de incertidumbre que aqueje a su expectativa. La incertidumbre subjetiva, la expectativa contraria, es a su vez figurada por una suma de representaciones que definiremos como “representaciones penosas contrastantes”. (Pág. 155)

Ahora bien, Freud afirma que es en el destino que obtienen estas Representaciones contrastantes donde encontraremos cierta luz para comprender los fenómenos histéricos.

En una persona “normal”, las representaciones contrastantes son fácilmente –por la vigorosidad propia de su salud- inhibidas, sofocadas u obviadas.

Sin embargo, en el Status Nervosus en general –definido aquí como cierto estado de decaimiento o agotamiento de las energías que apuntalan el Yo-, estas representaciones contrastantes obtienen diversos destinos en que se imponen y que pueden ser asociados a su vez a diversas neurosis.

Cuando las representaciones contrastantes se imponen en la expectativa, pueden manifestarse como una inclinación pesimista.

Mientras que cuando se imponen en el designio, se pueden manifestar como manía de duda.

En los casos en que las representaciones contrastantes se enlazan con la Representación-Voluntad y la debilitan, se manifiesta como neurastenia (endeblez de la voluntad).

La histeria viene a ser un caso sumamente particular en relación a las anteriores neurosis.

- Primero: porque la característica esencial que se le atribuye de fundarse en una disociación de la conciencia, hace que las representaciones contrastantes puedan pervivir con su carga afectiva intacta en aquel nuevo substrato de la conciencia, y organizarse e imponerse cuando llegue el momento propicio, como un tipo de “Voluntad extraña” o “Voluntad contraria” a su Voluntad ordinaria o conciente.

La representación contrastante se establece, por así decir, como “voluntad contraria”, al tiempo que el enfermo, asombrado, es conciente de una voluntad decidida pero impotente. (Pág. 156)

- Segundo: porque la manera en que se imponen estas representaciones contrastantes surgidas de ese estado especial de la conciencia, suele ser como inervación somática.

Son acumulados -las representaciones contrastantes junto con su carga afectiva-, pasan una insospechada existencia en una suerte de reino de sombras, hasta que salen a la luz como unos espectros y se apoderan del cuerpo que de ordinario estaba al servicio de la conciencia yoica dominante. (Pág. 161)

La disociación de la conciencia -que se cree está en la base del fenómeno de la histeria- permitiría mantener aislados y organizarse a grupos de representaciones contrarios entre sí –el grupo de las representaciones conscientes frente al grupo contrario de representaciones “Subconscientes”- , pero todo indica que esos grupos tendrían una especie de interdependencia energética en su base material, es decir, en el sistema nervioso:

i) La imposición del grupo de representaciones contrastantes, se debería al agotamiento energético del grupo de representaciones Yoicas.

¿Cómo es que llega a prevalecer justamente la representación contrastante a raíz de un agotamiento general –que sin duda constituye la predisposición para aquel proceso-? Yo replicaría con el supuesto de que ese agotamiento es sólo parcial. Agotados están aquellos elementos del sistema nervioso que constituyen las bases materiales de las representaciones asociadas con la conciencia primaria; las representaciones excluidas de esta cadena asociativa –la cadena de asociaciones del yo normal-, las inhibidas y sofocadas, no están agotadas y por eso prevalecen en el momento de la predisposición histérica. (Pág. 159)

ii) El agotamiento del grupo de las representaciones yoicas estaría ligado al consumo energético implicado en el proceso mismo de sofocamiento o inhibición del grupo de representaciones contrastantes.

Las series de representaciones sofocadas –laboriosamente sofocadas- son las que aquí, a consecuencia de una suerte de voluntad contraria, se trasponen en acción cuando la persona cae presa del agotamiento histérico. Y hasta quizás el nexo sea a veces más intimo, a saber, que justamente en virtud de la sofocación laboriosa se produzca aquel estado histérico. (Pág. 160)

El nexo señalado más arriba explicaría a su vez la especificidad de los contenidos de los delirios histéricos.

Si tenemos en cuenta que las representaciones penosas contrastantes, que la conciencia normal inhibe y rechaza, son las que en el momento de la predisposición histérica salen a la luz y hallan el camino hacia la inervación corporal, habremos asido la clave para entender también la especificidad de los delirios del ataque histérico. No es casual que en las epidemias de la Edad Media los delirios histéricos de las monjas consistieran en graves blasfemias y un erotismo desenfrenado, o que justamente en muchachos bien criado (…), sobrevengan ataques histéricos en que se da rienda suelta a toda clase de travesuras de pillastres callejeros y desaguisados. (Págs. 159, 160)

Esta relación de fuerza y lucha entre representaciones contrarias, es la responsable de la connotación demoníaca o carácter perverso -“Esa cosquilla de hacer lo malo” (Pág. 160)- que ha acompañado a la histeria.

En líneas generales, la histeria debe a este salir a la luz la voluntad contraria el sesgo demoníaco que tan a menudo presenta, rasgo que se exterioriza en no poder los enfermos hacer algo justamente en el momento y el lugar en que más lo ansiarían, en hacer exactamente lo contrario de lo que se les ha pedido, y verse obligados a denostar lo que les es más caro y a ponerlo bajo sospecha. (Pág. 160)

No hay comentarios:

Publicar un comentario