SEGUNDA PARTE: Coordenadas para la moderna psicoterapia.
Primer principio: Lo anímico tiene influjo sobre lo corporal.
Este primer principio, por ser esencial y estar implícito en la definición misma de lo psicológico, la mayoría de las veces es tratado como si no necesitase explicación alguna, cuando lo correcto es que debe legitimarse continuamente de manera explícita en toda investigación y tratamiento que abordemos si es que se quiere en verdad que la psicología alcance la madurez científica.
Segundo principio:La intervención anímica
es un fenómeno que está en la base misma
de toda relación humana por lo que es tan antigua como ella.
La intervención anímica es la más antigua forma de "intervención/creación" sobre la condición del “Ser Humano”, de ahí que todo intento de cura deberá tenerla muy en cuenta.
Los médicos practicaron tratamiento anímico desde siempre, y en tiempos antiguos en medida mucho más vasta que hoy. Si por tratamiento anímico entendemos el empeño por provocar en el enfermo los estados y condiciones anímicos más favorables para su curación, esta clase de tratamiento médico es históricamente la más antigua. Los pueblos de la antigüedad apenas disponían de otro tratamiento que el psíquico; jamás dejaban de reforzar el efecto de sus pócimas y medidas terapéuticas mediante un enérgico tratamiento anímico. (Pág. 123)
Los flujos anímicos se encuentran en la base misma de lo que nos hace humanos. Piénsese en que las crías de nuestra especie nacen en completo estado de indefensión y requieren para su supervivencia del cuidado expedito de sus padres por mucho tiempo. Esta actividad de cuidado refleja complejos flujos anímicos al ser nosotros seres nacidos también dentro de una matriz socio-cultural. Es esta temprana forma de interacción que nos forma y de la que depende nuestra adaptabilidad y supervivencia, la que legitima la extrapolación de la intervención anímica como elemento fundamental de todo tratamiento y cura.
El efecto probable de un remedio cualquiera prescrito por el médico, de una intervención que emprenda, se compone de dos partes. Una de ellas, ora más grande, ora más pequeña, pero nunca desdeñable del todo, es la aportada por la actitud anímica del enfermo. (Pág. 123)
Tercer principio: el médico está llamado a hacerse cargo de forma consciente de las condiciones y flujos anímicos del paciente para efecto del perfeccionamiento de la intervención terapéutica.
Desde que los médicos han reconocido con claridad la importancia del estado anímico para la curación, se les ocurrió la idea de no dejar ya librado al enfermo el monto de solicitación anímica que pudiera producir, y de conseguir el estado anímico favorable buscándolo conscientemente con los medios apropiados. De este empeño nace el moderno tratamiento anímico. (Pág. 124)
Cuarto principio: la perspectiva del tratamiento psíquico o de la moderna psicoterapia se encuentra íntimamente vinculada al esfuerzo por aumentar la intelección que se tiene de los procesos anímicos del hombre de forma global e interdependiente.
Hay perspectivas ciertas de que el moderno tratamiento anímico, consciente de su meta, que representa un renacimiento de los viejos métodos terapéuticos, pondrá en manos de los médicos armas todavía más poderosas para la lucha contra la enfermedad. Los medios y los caminos para conseguirlo estarán signados por una intelección más honda de los procesos de la vida anímica misma… (Pág. 132)
Una intelección más honda de los procesos de la vida anímica del hombre (condición para el éxito de toda psicoterapia), la entendemos como la construcción paralela de una “visión (teoría) total” de lo anímico humano.
Esta afirmación, aunque no puede desprenderse del presente artículo, si encontrara su legitimación en la obra entera de Freud. Además, es precisamente en esta relación entre totalidad y comprensión donde encontramos el camino para superar el exacerbado escepticismo de nuestros días en relación a la proliferación de múltiples enfoques psicoterapéuticos.
Quinto Principio: El estudio de lo patológico puede transformarse en una valiosísima herramienta epistemológica para la comprensión de lo “normal”.
Sólo tras estudiar lo patológico se aprende a comprender lo normal. (Pág. 118)
La propia obra de Freud recorre este camino ya que se anuncia primero en sus trabajos tempranos como psicopatología para después convertirse en psicología.
No hay comentarios:
Publicar un comentario