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jueves, 16 de febrero de 2012

UN CASO DE CURACIÓN POR HIPNOSIS ( III )

Ejemplos adicionales de síntomas neuróticos que podrían explicarse por el mecanismo psíquico descrito de “Voluntad contraria”.


De manera breve, Freud nos ofrece al final de su artículo una exposición de casos en los que se podría ver corroborada su teoría de síntomas neuróticos surgidos por el mecanismo psíquico de conflicto de voluntades.

La mayoría de ellos se centran en tics nerviosos originados por una frustración de un esfuerzo consciente:

i) Frustración del esfuerzo de evitar declarar algo: el caso del hombre que repetía compulsivamente el nombre –María- de la mujer por la que sentía una inclinación amorosa que deseaba mantener en secreto. Los casos de coprolalia; proferir de manera “involuntaria” y compulsiva palabras obscenas.

ii) Frustración del esfuerzo por evitar realizar algo: remedar gestos grotescos por los cuales se ha sentido repugnancia y que un momento antes se ha sentido el temor de versen obligados a realizarlos.

Freud reseña un poco más extensamente el caso de una mujer (Caso Emmy) que desarrolla un tic permanente (chasquido de lengua) cuando en dos ocasiones temerosa de hacer algún ruido –ante el lecho de su hija enferma; ante los caballos de su carruaje en medio de una tormenta- quiso guardar un absoluto silencio.

Su entusiasmo por este caso se debe al hecho de que precisamente obtiene de la paciente por medio de la hipnosis -usada aquí bajo el enfoque del método catártico, es decir, como ampliación de la memoria- el testimonio que da cuenta de un conflicto de voluntades como origen de su síntoma.

“La más pequeñas de mis hijas estaba muy enferma, todo el día había tenido convulsiones y al atardecer por fin de durmió, y yo estaba sentada junto al lecho y pensé entre mí: “Ahora tienes que guardar total silencio para no despertarla”… y entonces me vino el chasquido por primera vez. Luego desapareció; empero, muchos años después íbamos en carruaje de noche por el bosque cerca de X, y se desató un gran temporal, y el rayo fulminó el tronco de un árbol por delante de nosotros en el camino, de suerte que el cochero se vio obligado a sofrenar los caballos, y yo pensé entre mí: “Ahora no tienes que gritar, pues asustarías los caballos”, y entonces… aquello me vino de nuevo, y desde entonces me ha quedado”. (Pág. 158)

Todos estos ejemplos apuntan al mismo proceso de perversión de la voluntad caracterizado anteriormente.

Para la mujer del caso central del artículo –la mujer que experimenta dificultades para amamantar a sus hijos recién nacidos- la perversión de su voluntad queda expuesta en los siguientes términos:

Tiene el firme designio de dar pecho y procede a ello sin vacilar. Pero entonces se comporta como si de ningún modo tuviera la voluntad de amamantar al niño, y esta voluntad le convoca todos aquellos síntomas subjetivos que una simuladora fingiría para sustraerse del amamantamiento: la inapetencia, la repugnancia a los alimentos, los dolores cuando le ponen al niño al pecho y, además –puesto que la voluntad contraria es superior a la simulación conciente en cuanto al gobierno del cuerpo-, una serie de signos objetivos en el tracto intestinal que la simulación no podría producir. (Pág. 157)

miércoles, 15 de febrero de 2012

UN CASO DE CURACIÓN POR HIPNOSIS ( II )

Hipótesis sobre el mecanismo psíquico detrás de los síntomas histéricos.

Según Freud, la mayoría de nuestras representaciones tienen ligadas a sí mismas cierta carga de afecto relacionado con la expectativa. Estas representaciones pueden dividirse en representaciones sobre “lo que queremos realizar” o Representaciones de propósito y en representaciones sobre “lo que esperamos que suceda” o Representaciones expectantes.

Así mismo, las representaciones que contrarían a las dos clases de representaciones anteriores “No puedes hacer”; “Espera lo malo”- son agrupadas bajo el nombre general de Representaciones penosas contrastantes.

Existen representaciones a las que se conecta un afecto de expectativa; ellas son de dos clases: representaciones de que yo hare esto o estotro, los llamados designios, y representaciones de que esto o estotro acontecerá conmigo, las expectativas en sentido estricto. El afecto ahí anudado depende de dos factores: en primer lugar, del significado que posea para mí el desenlace, y en segundo lugar, del grado de incertidumbre que aqueje a su expectativa. La incertidumbre subjetiva, la expectativa contraria, es a su vez figurada por una suma de representaciones que definiremos como “representaciones penosas contrastantes”. (Pág. 155)

Ahora bien, Freud afirma que es en el destino que obtienen estas Representaciones contrastantes donde encontraremos cierta luz para comprender los fenómenos histéricos.

En una persona “normal”, las representaciones contrastantes son fácilmente –por la vigorosidad propia de su salud- inhibidas, sofocadas u obviadas.

Sin embargo, en el Status Nervosus en general –definido aquí como cierto estado de decaimiento o agotamiento de las energías que apuntalan el Yo-, estas representaciones contrastantes obtienen diversos destinos en que se imponen y que pueden ser asociados a su vez a diversas neurosis.

Cuando las representaciones contrastantes se imponen en la expectativa, pueden manifestarse como una inclinación pesimista.

Mientras que cuando se imponen en el designio, se pueden manifestar como manía de duda.

En los casos en que las representaciones contrastantes se enlazan con la Representación-Voluntad y la debilitan, se manifiesta como neurastenia (endeblez de la voluntad).

La histeria viene a ser un caso sumamente particular en relación a las anteriores neurosis.

- Primero: porque la característica esencial que se le atribuye de fundarse en una disociación de la conciencia, hace que las representaciones contrastantes puedan pervivir con su carga afectiva intacta en aquel nuevo substrato de la conciencia, y organizarse e imponerse cuando llegue el momento propicio, como un tipo de “Voluntad extraña” o “Voluntad contraria” a su Voluntad ordinaria o conciente.

La representación contrastante se establece, por así decir, como “voluntad contraria”, al tiempo que el enfermo, asombrado, es conciente de una voluntad decidida pero impotente. (Pág. 156)

- Segundo: porque la manera en que se imponen estas representaciones contrastantes surgidas de ese estado especial de la conciencia, suele ser como inervación somática.

Son acumulados -las representaciones contrastantes junto con su carga afectiva-, pasan una insospechada existencia en una suerte de reino de sombras, hasta que salen a la luz como unos espectros y se apoderan del cuerpo que de ordinario estaba al servicio de la conciencia yoica dominante. (Pág. 161)

La disociación de la conciencia -que se cree está en la base del fenómeno de la histeria- permitiría mantener aislados y organizarse a grupos de representaciones contrarios entre sí –el grupo de las representaciones conscientes frente al grupo contrario de representaciones “Subconscientes”- , pero todo indica que esos grupos tendrían una especie de interdependencia energética en su base material, es decir, en el sistema nervioso:

i) La imposición del grupo de representaciones contrastantes, se debería al agotamiento energético del grupo de representaciones Yoicas.

¿Cómo es que llega a prevalecer justamente la representación contrastante a raíz de un agotamiento general –que sin duda constituye la predisposición para aquel proceso-? Yo replicaría con el supuesto de que ese agotamiento es sólo parcial. Agotados están aquellos elementos del sistema nervioso que constituyen las bases materiales de las representaciones asociadas con la conciencia primaria; las representaciones excluidas de esta cadena asociativa –la cadena de asociaciones del yo normal-, las inhibidas y sofocadas, no están agotadas y por eso prevalecen en el momento de la predisposición histérica. (Pág. 159)

ii) El agotamiento del grupo de las representaciones yoicas estaría ligado al consumo energético implicado en el proceso mismo de sofocamiento o inhibición del grupo de representaciones contrastantes.

Las series de representaciones sofocadas –laboriosamente sofocadas- son las que aquí, a consecuencia de una suerte de voluntad contraria, se trasponen en acción cuando la persona cae presa del agotamiento histérico. Y hasta quizás el nexo sea a veces más intimo, a saber, que justamente en virtud de la sofocación laboriosa se produzca aquel estado histérico. (Pág. 160)

El nexo señalado más arriba explicaría a su vez la especificidad de los contenidos de los delirios histéricos.

Si tenemos en cuenta que las representaciones penosas contrastantes, que la conciencia normal inhibe y rechaza, son las que en el momento de la predisposición histérica salen a la luz y hallan el camino hacia la inervación corporal, habremos asido la clave para entender también la especificidad de los delirios del ataque histérico. No es casual que en las epidemias de la Edad Media los delirios histéricos de las monjas consistieran en graves blasfemias y un erotismo desenfrenado, o que justamente en muchachos bien criado (…), sobrevengan ataques histéricos en que se da rienda suelta a toda clase de travesuras de pillastres callejeros y desaguisados. (Págs. 159, 160)

Esta relación de fuerza y lucha entre representaciones contrarias, es la responsable de la connotación demoníaca o carácter perverso -“Esa cosquilla de hacer lo malo” (Pág. 160)- que ha acompañado a la histeria.

En líneas generales, la histeria debe a este salir a la luz la voluntad contraria el sesgo demoníaco que tan a menudo presenta, rasgo que se exterioriza en no poder los enfermos hacer algo justamente en el momento y el lugar en que más lo ansiarían, en hacer exactamente lo contrario de lo que se les ha pedido, y verse obligados a denostar lo que les es más caro y a ponerlo bajo sospecha. (Pág. 160)

martes, 14 de febrero de 2012

UN CASO DE CURACIÓN POR HIPNOSIS ( I )



UN CASO DE CURACIÓN POR HIPNOSIS
Con algunas puntualizaciones sobre la génesis de síntomas histéricos por obra de la “voluntad contraria” (1892-93)

Marco del texto
En la anterior sesión, veíamos cómo Freud al final de su artículo de 1890 “Tratamiento psíquico (Tratamiento del alma)” exploraba las posibilidades de la hipnosis como un recurso para ser tenido en cuenta por la psicoterapia.
Ahora, en el presente artículo, tendremos la oportunidad de presenciar la manera temprana de como Freud aplicaba el método hipnótico dentro de su práctica médica y las consecuencias teóricas que irá deduciendo de ella para la comprensión de los fenómenos histéricos. 

En su deseo de lograr encaminar la investigación psicológica por los parámetros de la ciencia natural, Freud encuentra en esta historia clínica, tres elementos que le inclinan a considerar que posee algún valor para su publicación:

i) El “éxito” que tuvo el tratamiento.

ii) La oportunidad que se le presento de repetir la experiencia en dos ocasiones con la misma paciente para corroborar sus datos.

iii) El modelo de mecanismo psíquico que le fue sugerido por la experiencia (y que coincidía –según él- con otras experiencias más) para explicar la formación de los fenómenos histéricos.

Presentación del caso
Mujer de 20 a 30 años de edad, sin antecedentes nerviosos.

Tras el parto de su primer hijo, experimenta como su deseo y el empeño de su voluntad por amamantarle se ve impedido por el afloramiento de una serie de síntomas incapacitantes: Dolor en los senos, disminución en la producción de leche, perturbaciones alimenticias (inapetencia, repugnancia, vómitos), excitación nerviosa (irritabilidad al acercarle el niño), insomnio.

La serie de síntomas terminan por imponerse en esta ocasión –ocasión en la que Freud no tendría participación alguna- y la mujer se ve obligada a renunciar a su propósito de amamantar a su hijo.

Tres años más tarde, un segundo alumbramiento, hace que la mujer experimente el mismo cuadro de síntomas que de nuevo se interponen a su propósito de amamantar.

Desesperada, acepta la recomendación de sus médicos de recurrir a la técnica hipnótica a manos de Freud.

El tratamiento se reduce a la aplicación de sugestiones directas. Freud aprovecha el estado de sueño hipnótico de la paciente para introducir en ella, representaciones que la convenzan de que nada le impide que amamante a su hijo y que al contrario, posee todo lo necesario para hacerlo.

Me valí de la sugestión para contradecirle todos sus temores y las sensaciones en que estos se apoyaban. “Usted no tiene por qué angustiarse, será una excelente nodriza con quien el niño prosperará magníficamente. Su estomago está totalmente calmo; tiene usted muy buen apetito, desea darse un banquete, etc.”. (Pág. 153)

Las sugestiones surten efecto –no sin mediar una corta recaída que hace necesario volver a hipnotizarla para repetir las sugestiones más enérgicamente- y la mujer puede ver realizado su deseo de dar pecho a su bebe por tanto tiempo como lo considera necesario -8 meses- sin verse perturbada por síntoma alguno.

Un año después, un tercer parto activa de nuevo el mismo cuadro de síntomas y nuevamente su voluntad de amamantar al recién nacido se ve comprometida.

Freud repite el mismo tratamiento de sugestión directa por hipnosis obteniendo igual “éxito” que la vez anterior.