miércoles, 28 de noviembre de 2012

SOBRE LOS RECUERDOS ENCUBRIDORES (1899)




Hemos podido observar en los anteriores artículos como el análisis psíquico o exploración mnémica es una técnica del ocasionamiento psicológico, del arte de excavar en el pasado representacional de las personas en busca de las causas/circunstancias de un síntoma especial.

Siguiendo este mismo camino descubrimos luego que muchas veces resulta necesario distinguir dos periodos en este ocasionamiento: 
uno; el del primer alumbramiento del síntoma y dos; muy por detrás de este, en los años más tempranos de nuestra infancia, donde encontraremos la causa especifica de ese síntoma que se ha mantenido todo ese tiempo en un estado de latencia.

Es por esto que es importante esclarecer la naturaleza de los recuerdos infantiles –pues según Freud-, guardan la clave de la etiología de las psiconeurosis.

¿Cómo se fijan las vivencias de estos primeros años en recuerdos?
Tal es la indagación abordada en el presente artículo, la cual llevara al autor a su vez al descubrimiento del mecanismo en la base del fenómeno de los recuerdos encubridores.

Existe una especie de norma o principio de la memoria que es aceptada comúnmente: la fijación de los recuerdos en función de la importancia de las vivencias, dicho de otro modo; entre más significativa resulte para nosotros una vivencia, más posibilidad de ser recordada posee.
Dentro del material de lo vivenciado se escogerán como dignas de nota aquellas impresiones que han provocado un afecto poderoso o que fueron discernidas como sustantivas por las consecuencias que poco después produjeron. (…)

Los contenidos más frecuentes de los primeros recuerdos infantiles, por un lado ocasiones de miedo, vergüenza, dolores corporales, etc., y por el otro importantes episodios tales como enfermedades, sucesos de muerte, incendios, nacimientos de hermanitos, etc. (Pág. 299)

Sin embargo, existen constantes experiencias que parecen contradecir este principio; recuerdos persistentes y vivaces nimios o poco significativos.
Está en total oposición a esa expectativa, y no puede menos que provocar legítimo asombro, enterarnos de que en muchas personas los más tempranos recuerdos infantiles tienen por contenido unas impresiones cotidianas e indiferentes, vivenciar las cuales no pudo desplegar un influjo afectivo ni siquiera sobre el niño, y que han sido registradas no obstante con todo detalle –se diría: con hiperrelieve-, al paso que tal vez no se guardaron en la memoria unas vivencias simultáneas que, según el testimonio de los padres, provocaron intensa conmoción al niño. (Págs. 299-300)

Para explicar cómo estos recuerdos nimios se fijan y persisten en la memoria, Freud afirma que su falta de significatividad debe entenderse solamente como aparente, ya que se trata del resultado de una fragmentación “voluntaria” operada sobre la parte que si posee significación, es decir; la memoria siempre conserva lo importante, aunque a veces, distorsione sus recuerdos, “sofocando” la parte significativa del conjunto.

Opina –en relación a la persistencia de los recuerdos nimios- que en tales casos la escena en cuestión quizá sólo se conservó incompleta en el recuerdo; justamente por ello parece no decir nada: es que en los elementos olvidados estaría contenido todo lo que convertía a la impresión en digna de nota. Puedo corroborar que las cosas son realmente así; sólo que preferiría decir, en vez de elementos de la vivencia “olvidados”, elementos “desechados”. A menudo he conseguido, por medio del tratamiento psicoanalítico, descubrir la pieza faltante de la vivencia infantil y, así, demostrar que  la impresión, de la cual había quedado en el recuerdo un torso, realmente obedecía a la premisa de que la memoria conserva lo más importante. (Pág. 300)

El mecanismo detrás de esta sofocación de los más sustantivo y conservación de lo nimio se expone en los siguientes términos:
Uno se forma entonces la representación de que dos fuerzas psíquicas han participado en la producción de estos recuerdos: una de ellas toma como motivo la importancia de la vivencia para querer recordarla, mientras que la otra –una resistencia- contraría esa singularización. Estas dos fuerzas de contrapuesto efecto no se cancelan entre sí; tampoco sucede que un motivo avasalle al otro –con o sin menoscabo-, sino que sobreviene un efecto de compromiso,.. (…)

El compromiso consiste aquí en que no es la vivencia en cuestión la que entrega la imagen mnémica –en esto la resistencia campea por sus fueros-, pero sí es otro elemento psíquico conectado con el elemento chocante por caminos asociativos próximos,… (…)

El resultado del conflicto es, entonces, que en lugar de la imagen mnémica originariamente justificada se produce otra que respecto de la primera está desplazada {descentrada} un tramo dentro de la asociación. Como fueron los componentes importantes de la impresión los que provocaron el choque, es preciso que el recuerdo sustituyente esté despojado de ese elemento importante; por eso es fácil que tenga aspecto trivial. (…)

Para servirme de un símil popular, cierta vivencia de la niñez no cobra imperio en la memoria porque ella misma sea oro, sino porque estuvo guardada junto a algo de oro. (Págs. 300, 301)

Abstraído el mecanismo, resulta el siguiente modelo: Conflicto/Represión/Sustitución con formación de compromiso.

El anterior modelo no sólo se encuentras detrás de la etiología de las psiconeurosis, sino que parece, como observamos aquí; extenderse justificadamente a la vida psíquica normal a través de fenómenos como la creación de nuestros recuerdos infantiles. 

Ya en el artículo anterior se lo aplico al fenómeno del olvido y en el próximo volumen lo será sobre el sueño.

1 comentario:

  1. Otra mayor que se le debe a este gran autor es con base El Psicoanálisis que surgió a partir de una teoría propia elaborada acerca de la histeria método consistía en hacer retroceder a la paciente mediante hipnosis al momento en que había sufrido la experiencia traumática que originaba su enfermedad,
    otra gran atribución fue a interpretar los sueños de sus pacientes porque pensaba que éstos reflejaban, sin las restricciones del mundo real, las ideas incoscientes. . Por las mañanas anotaba lo que recordaba de sus propios sueños y posteriormente lo analizaba.
    Gran medico neurologo!!!

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