El presente artículo
retoma y amplia la reflexión hecha en la sección II del artículo anterior “Las neuropsicosis de defensa”:
esclarecer la etiología de las representaciones obsesivas y las fobias, dentro
de la tarea mucha más general de delimitar y clasificar clínicamente las
neurosis para así facilitar la intervención médica.
Las obsesiones y las
fobias comparten entre sí la condición de ser expresiones de un estado emotivo intenso
y de cierta idea asociada a el que por esto mismo se torna compulsiva.
Sin
embargo, se diferencian también en la cualidad de ese estado emotivo que
expresan.
Hay en toda obsesión dos cosas: 1) una idea
que se impone al enfermo; 2) un estado emotivo asociado. Ahora bien, en la
clase de fobias, ese estado emotivo es siempre la angustia, mientras que en las verdaderas obsesiones
puede ser, con igual derecho que la ansiedad, otro estado emotivo, como la
duda, el remordimiento, la cólera. (Pág. 75)
I. ANÁLISIS DE LAS OBSESIONES.
Tres son las
principales características que se pueden observar de las obsesiones:
i) El estado emotivo que expresan
siempre está justificado, es
decir, que encuentra una explicación por medio del análisis.
Un análisis psicológico escrupuloso de estos
casos muestra que el estado emotivo como tal está siempre
justificado. La muchacha de la observación 1 tiene
buenas razones para sus remordimientos; las mujeres de la observación 3, que
dudaban de su resistencia a las tentaciones, sabían bien por qué; la muchacha
de la observación 4, que detestaba a las sirvientas, tenía harto derecho para
quejarse, etc. (Pág. 76)
ii) El estado emotivo que
expresan se ha “eternizado”. Las ideas o representaciones asociadas pueden variar o mantenerse fijas,
pero el estado emotivo permanecerá constante.
iii) La creación de falsos enlaces.
La idea asociada ya no es la idea justa, la idea original; en relación con la etiología
de la obsesión, ella es un reemplazante, un sustituto.
La prueba de ello es que siempre es posible
hallar dentro de los antecedentes del enfermo, y en el origen de la
obsesión, la idea original, sustituida. Las ideas
sustituidas tienen caracteres comunes; corresponden a impresiones
verdaderamente penosas de la vida sexual del individuo, que se ha esforzado por
olvidar. Sólo ha logrado reemplazar la idea inconciliable por otra idea inapropiada para asociarse con el estado emotivo, que por
su parte permaneció idéntico. Es este “falso enlace” entre el estado emotivo y la idea asociada el que explica el carácter
absurdo propio de las obsesiones. (Pág. 76)
- Primer grupo de ejemplos de obsesiones: Reemplazo de
representaciones por representaciones.
Observación 1. Una muchacha se hacía reproches (que sabía absurdos) de haber robado o
falsificado dinero, tramado una conspiración, etc., según lo que hubiera leído
ese día.
Enderezamiento de la sustitución. Se reprochaba el onanismo que practicaba en secreto sin poder renunciar
a él. Fue curada mediante una vigilancia escrupulosa que le impidió
masturbarse.
Observación 2. Un joven estudiante de medicina, sufría una obsesión análoga. Se
reprochaba todas las acciones inmorales: haber matado a su prima, desflorado a
su hermana, incendiado una casa, etc. Hasta debía darse vuelta en la calle para
ver si no había dado muerte al último que paso.
Enderezamiento. Había leído, en un libro cuasi-médico, que el onanismo, al que él
estaba sujeto, corrompía la moral; y eso lo afecto.
Observación 3. Varias mujeres se quejaban de la obsesión de arrojarse por la ventana,
herir a sus hijos con cuchillos, tijeras, etc.
Enderezamiento. Obsesiones de tentaciones típicas. Eran mujeres que, en modo alguno
satisfechas en el matrimonio, se debatían contra los deseos y las ideas
voluptuosas que las asaltaban a la vista de otros hombres.
Observación 4. Una muchacha, perfectamente sana de espíritu y muy inteligente,
mostraba un odio incontrolable contra las sirvientas de la casa, odio que se le
había despertado con ocasión de una sirvienta desvergonzada y se había
trasmitido luego de una muchacha a otra, hasta volver imposible la atención del
hogar. Era un sentimiento mezclado de odio y de disgusto. Daba como motivo que
las suciedades de esas muchachas le estropeaban su idea del amor.
Enderezamiento. Esta niña había sido involuntariamente testigo de una cita amorosa de
su madre. Se había cubierto el rostro y tapado las orejas, y puso el máximo
empeño en olvidar la escena, que la disgustaba y le habría impedido permanecer
junto a su madre, a quien amaba tiernamente. Lo consiguió, pero la cólera por
haberle sido mancillada la imagen del amor persistió en ella, y con ese estado
emotivo no tardó en asociarse la idea de una persona que pudiera reemplazar a
la madre.
Observación 5. Una muchacha se había aislado casi por completo a consecuencia del temor
obsesivo a la incontinencia de orina. Ya no podía abandonar su habitación ni
recibir una visita sin haber orinado antes numerosas veces. Únicamente no tenía
ese miedo cuando se hallaba en reposo completo en su casa.
Enderezamiento. Era una obsesión de tentación o de desconfianza. No desconfiaba de su
vejiga sino de su resistencia frente a una impulsión amorosa. El origen de la
obsesión lo mostraba bien. Cierta vez, en el teatro, a la vista de un hombre
que le gustaba había sentido unas ganas amorosas acompañadas (como siempre
ocurre en la polución espontánea de las mujeres) de unas ganas de orinar. Se
vio obligada a abandonar el teatro, y desde entonces fue presa del miedo de
tener la misma sensación, pero las ganas de orinar habían sustituido a las
amorosas. Curó por completo. (Págs. 76-77-78)
Ahora bien, la
representación inconciliable original, puede ser reemplazada ya no por otra
representación como en los ejemplos anteriores, sino también, por una acción
que sirvió en aquel momento de conflicto como alivio o procedimiento
protector.
Es por esto, que en
el titulo de este artículo se habla de “obsesiones” y no de “representaciones
obsesivas” como fue el tratamiento dado en el artículo de “Las neuropsicosis de
defensa”.
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