miércoles, 27 de junio de 2012

ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA ( X ) - Historiales Clínicos.


3. CASO LUCY R. (Continuación)


IV. ANÁLISIS: implementación del nuevo método.

1) Exploración de la génesis del olor a “pastelillos quemados”.
A la admonición para que recordase la ocasión en que se había generado la sensación olfatoria de los pastelillos quemados, la paciente responde con un relato en el que se encontraba enseñando a las niñas bajo su cargo a cocinar unos pastelillos, cuando de repente, recibe desde Inglaterra una carta de su madre que le genera al instante unos sentimientos confusos y se distrae hasta tal punto que los pastelillos se le queman lo que advierte por el olor que despiden.

Primer nivel explicativo: invitada a que profundice en los sentimientos que le embargaron en ese momento referido, la paciente testimonia la existencia de un conflicto emocional; entre el afecto que siente por las niñas y el gran pesar que le produce la idea de tener que abandonarlas para irse a Inglaterra por las desavenencias recientes que ha tenido con el resto del personal de servicio de la casa.

Aunque reconoce el conflicto expuesto, a Freud le parece que este no posee la fuerza suficiente para derivarse en una histeria, sobretodo porque los sentimientos y representaciones en juego no justifican la movilización de una represión honda, factor que considera como principal en una histeria adquirida.
Por el análisis de casos parecidos, yo sabía ya que si una histeria es de nueva adquisición hay una condición psíquica indispensable para ello: que una representación sea reprimida {desalojada} deliberadamente de la conciencia, excluida del procesamiento asociativo. En esta represión deliberada veo también el fundamento para la conversión de la suma de excitación, sea ella total o parcial. La suma de excitación no destinada a entrar en asociación psíquica halla, tanto más, la vía falsa hacia una inervación corporal. En cuanto al fundamento de la represión misma, sólo podía ser una sensación de displacer, la inconciliabilidad {Unverträglichkeit} de la idea por reprimir con la masa de representaciones dominante en el yo. Ahora bien, la representación reprimida se venga volviéndose patógena. (Pág. 133) 

Siguiendo esta hipótesis –descubrir en la base de la histeria adquirida; una represión-, Freud le sugiere a la paciente la idea de que quizás este ocultando una inclinación amorosa por su patrón, sentimiento que por lo irrealizable del mismo –debido a las grandes diferencias sociales entre los dos- no sólo justificaría una represión sino que contaría con la intensidad requerida para devenir en una histeria.

Lucy R. reconoce esta sugerencia al tiempo que atestigua el proceso de represión implicado en ella.
“Pero si usted sabía que amaba al director, ¿por qué no me lo dijo?”. –“Es que yo no lo sabía o, mejor, no quería saberlo; quería quitármelo de la cabeza, no pensar nunca más en ello, y aun creo que en los últimos tiempos lo había conseguido”. (Pág. 134)

Es así, como aparece un segundo relato, una segunda serie de recuerdos: el de cómo surgió su inclinación amorosa y sus esperanzas en la misma, por una conversación cálida y atenta que le ofreció su patrón en torno al cuidado de las niñas.

Segundo nivel explicativo: se establece pues, que la movilización de la represión descansa en el conflicto emocional de la paciente entre el afecto o inclinación amorosa que experimenta por su patrón y las dudas que le atenazan y el temor de ser descubierta –temor a ridiculizarse por sus esperanzas debido a sus diferencias sociales-.


2)Génesis del olor a humo de tabaco.
Parecía pues que con la revelación/confesión del conflicto afectivo de la segunda serie de recuerdos se conquistaba la clave de la histeria de Lucy R. sin embargo, el síntoma “olor a pastelillos quemados” pronto fue reemplazado por el síntoma “olor a humo de tabaco”, lo que significaba que el análisis psíquico aun no había concluido y debía continuar, esta vez, en torno al ocasionamiento de este segundo síntoma.

Primer relato: la paciente relata una escena (anterior en el tiempo a las ya referidas) donde su patrón trata dura y ásperamente a un amigo cercano –mientras fumaban-, por intentar dar un beso de despedida a las niñas.

Primer nivel explicativo: el contraste entre la delicadeza de las esperanzas amorosas de la paciente y la dureza mostrada por el patrón hacia alguien cercano.

Segundo relato: escena donde por el intento de una amiga de la familia de besar a las niñas, el patrón descarga duros reproches contra Lucy –aun amenazándole con despedirla-, por considerar que falta a sus deberes por no intervenir y evitar esas situaciones.

Segundo nivel explicativo: es esta escena –anterior en el tiempo a todas las demás referidas y sólo posterior por muy poco a la escena de la cálida conversación con su patrón en la que se despertaron sus esperanzas amorosas- en la que el duro trato de su patrón convence a Lucy de lo irrealizable de su inclinación amorosa y la determina a reprimirla, para luego en las escenas siguientes donde se repetía la misma idea (lo irrealizable), tomar los olores objetivos “Pastelillos quemados/Humo de tabaco” como símbolos histéricos.

Los síntomas generados después recubrían a los primeros, y sólo lo último hasta lo cual el análisis avanzaba contenía la clave de todo. (Pág. 140)


Fin del tratamiento: el tratamiento que se había prolongado por 9 semanas –con citas muy esporádicas- es declarado por Freud como exitoso.
“Al despertarme ayer por las mañana, la opresión se me había quitado y desde entonces estoy bien”. (Pág. 137)


V. MECANISMO PSICOLÓGICO.
La histeria de Lucy R. que es considerada como histeria adquirida es explicada como producto de un proceso de represión, el cual sugiere una nueva estructuración de lo psíquico.

El momento genuinamente traumático es aquel en el cual la contradicción se impone al yo y este resuelve expulsar la representación contradictoria. Tal expulsión no la aniquila, sino que meramente la esfuerza a lo inconciente; y si este proceso sobreviene por primera vez, establece un centro nuclear y de cristalización para que se forme un grupo psíquico divorciado del yo, en torno del cual en lo sucesivo se reunirá todo lo que tenga por premisa aceptar la representación impugnada. La escisión de la conciencia en estos casos de histeria adquirida es entonces intencional, deliberada, y, al menos con frecuencia, introducida por un acto voluntario. En verdad, lo que sucede es diverso de lo que el individuo se proponía; pretendía cancelar una representación como si nunca hubiera aparecido, pero sólo consigue aislarla psíquicamente. (Pág. 139)

ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA ( IX ) - Historiales clínicos.


3. CASO LUCY R.


I. PRESENTACIÓN DEL CASO.
 Mujer de 30 años de edad que trabaja como gobernanta en la casa de un acaudalado industrial.

Sintomatología:
Infección nasal crónica.
Persistencia penosa de sensaciones olfativas subjetivas (“olor a pastelillos quemados/olor a humo de tabaco”).
Abatimiento; fatiga, pesadez de cabeza, falta de apetito, disminución de su capacidad de rendimiento.


II. HIPOTESIS DE TRABAJO: El olor subjetivo como símbolo mnémico de una vivencia traumática y correspondiente a un olor objetivo presente al momento del conflicto.

Debía de ser posible hallar una vivencia en la cual estos olores, ahora devenidos subjetivos, hubieran sido objetivos; esa vivencia tenía que ser el trauma, y las sensaciones olfatorias se repetirían como un símbolo de él en el recuerdo. (…)

Se requería imprescindiblemente que las sensaciones olfatorias subjetivas mostraran una especialización tal que pudiera corresponder a su origen en un objeto real perfectamente determinado. (…)

A mi pregunta sobre la clase de olor que más la perseguía, recibí esta respuesta: “como de pastelillos quemados”. Sólo me hizo falta suponer, entonces, que en la vivencia de eficacia traumática realmente había intervenido el olor a pastelillos quemados. (…)

Me resolví entonces a hacer del olor a “pastelillos quemados” el punto de partida del análisis. (Págs. 124, 125)


III. DIGRESIÓN SOBRE LA EVOLUCIÓN DE LA METODOLOGÍA DEL ANÁLISIS PSÍQUICO.
La hipnosis como recurso del análisis psíquico muestra en este caso como en muchos otros una considerable limitación en su aplicación: todas las personas no son susceptibles o se muestran refractarias a entrar en este estado de sonambulismo.

Miss Lucy R. no cayó sonámbula cuando intenté hipnotizarla. Renuncié entonces al sonambulismo e hice todo el análisis con ella en un estado que se distinguiría a penas del normal. (Pág. 125)

Tal situación plantea el siguiente problema: ¿Cómo alcanzar una ampliación de la memoria del paciente –condición fundamental del método abierto por el enfoque catártico- renunciando al recurso de la hipnosis?

Al renunciar al sonambulismo me perdía quizás una condición previa sin la cual el método catártico parecía inaplicable. Ella consistía en que en el estado de conciencia alterado los enfermos disponían de unos recuerdos y discernían unos nexos que presuntamente no estaban presentes en su estado de conciencia normal. Toda vez que faltara el ensanchamiento sonámbulo de la memoria, debía de estar ausente también la posibilidad de establecer una destinación causal. (…) y justamente los recuerdos patógenos están “ausentes de la memoria de los enfermos en su estado psíquico habitual, o están ahí presentes sólo de una manera en extremo sumaria.” (Pág. 127)

Para superar este obstáculo Freud recurre a una experiencia hecha por Bernheim en la que por admonición perentoria obligaba a sus pacientes a que le comunicasen ya en estado de vigilia, las situaciones vividas en estado de sonambulismo y que aseguraban no conocer.

En la mayoría de los casos la admonición basto para que las recordasen.

La premisa que se apropia Freud de esta experiencia para reelaborar su método terapéutico es la de que “el paciente sabe de sus recuerdos patógenos.”

Me resolví a partir de la premisa de que también mis pacientes sabían todo aquello que pudiera tener una significatividad patógena, y que sólo era cuestión de constreñirlos a comunicarlo. (Pág. 127)

Es así como de esta forma se origina el método de “concentración por imposición de manos”, que es una reelaboración del “método catártico” -que depende de la hipnosis- y que se coloca a medio camino entre este y el método de la “asociación libre” propio del psicoanálisis más maduro.

Cuando llegaba a un punto en que a la pregunta: “¿Desde cuándo tiene usted este síntoma?” o “¿A qué se debo eso?”, recibía por respuesta: “Realmente no lo sé”, procedía de la siguiente manera: ponía la mano sobre la frente del enfermo, o tomaba su cabeza entre mis manos, y le decía: “Ahora, bajo la presión de mi mano, se le ocurrirá. En el instante en que cese la presión, usted verá ante sí algo, o algo se le pasará por la mente como súbita ocurrencia, y debe capturarlo. Es lo que buscamos. –Pues bien; ¿Qué ha visto o qué se le ha ocurrido?”. (Pág. 127)

Dos observaciones tempranas surgen de la aplicación de este método:

La primera; que se debe combatir cualquier tipo de censura o crítica por parte del paciente en su comunicación.
Los enfermos todavía no habían aprendido a dejar reposar su crítica, habían desestimado el recuerdo aflorante o la ocurrencia porque los consideraron inservibles, una perturbación entretenida, y después que la comunicaron se vio en todos los casos que era lo correcto. (Pág. 128)

La segunda; que hay mucho de deliberado en el “olvido” de las vivencias patógenas.
Esta manera de ensanchar la conciencia presuntamente estrechada era trabajosa, al menos mucho más que la exploración en el sonambulismo. Pero me permitió independizarme de este último y me procuró una intelección acerca de los motivos que son con frecuencia decisivos para el “olvido” de recuerdos. Puedo aseverar que ese olvido es a menudo deliberado, deseado. Y siempre, sólo en apariencia es logrado. (Pág. 129)

La premisa del nuevo método se ve pues confirmada por los análisis y señalan la existencia de una nueva dimensión de lo psíquico paralela a la conciencia.
La conclusión que extraje de todas esas experiencias fue que las vivencias de importancia patógena, con todas sus circunstancias accesorias, son conservadas fielmente por la memoria aun donde parecen olvidadas, donde el enfermo le falta la capacidad de acordarse de ellas. (Pág. 129)

jueves, 14 de junio de 2012

ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA ( VIII ) - Historiales clínicos.


2. CASO EMMY VON N. (Continuación)


IV. MECANISMOS PSÍQUICOS DE LA HISTERIA EN EL CASO EMMY.
De manera general la histeria es concebida por Freud como la expresión de “montos de afecto” latentes en el sistema nervioso por no haber tenido una descarga adecuada en el pasado.
Consideramos los síntomas histéricos  como unos afectos y unos restos de excitaciones de influencia traumática sobre el sistema nervioso. Tales restos no quedan pendientes cuando la excitación originaria fue drenada por abreacción o un trabajo del pensar. Aquí uno ya no puede negarse a tomar en cuenta unas cantidades (aunque no mensurables), a concebir el proceso como si una suma de excitación {Summe von Erregung} llegada al sistema nervioso se traspusiera {umsetzen} en un síntoma permanente en la medida en que no se empleó en la acción hacia afuera proporcionalmente a su monto. Ahora bien, en la histeria estamos habituados a descubrir que una parte considerable de la “suma de excitación” del trauma se trasmude {umwandeln} en un síntoma puramente corporal. Este es el rasgo de la histeria que durante tanto tiempo estorbó concebirla como una afección psíquica. (Pág. 105)


Ahora bien, para explicar el cuadro de síntomas de Emmy, Freud nos ofrece una compilación de hipótesis suyas formuladas en diversos momentos de su aun incipiente obra.

El tic es explicado como surgido por la objetivación de una “representación contrastante” o “voluntad contraria”, mecanismo expuesto en su artículo “Un caso de curación hipnótica” y que retoma aquí de la siguiente forma:

La histérica, agotada por sus cuidados y su velar, está sentada junto al lecho de su hija enferma, quien ¡al fin! Se ha dormido y dice: “Ahora debes quedarte totalmente quieta para no despertar a la pequeña”. Es probable que este designio evocara una representación contrastante, el miedo de hacer empero un ruido que turbara el tan ansiado sueño de la niña. Tales representaciones contrastantes respecto de un designio se engendran también en nosotros de manera notable cuando no nos sentimos seguros en la ejecución de un designio importante.
El neurótico, en cuya conciencia de sí rara vez se echa de menos un sesgo de depresión, de expectativa angustiada, forma estas representaciones contrastantes en mayor número o las percibe con más facilidad; también le parecen más sustantivas. Ahora bien, en el estado de agotamiento en que se halla nuestra enferma, la representación contrastante, que en situación ordinaria habría sido rechazada, resulta ser la más intensa; es ella la que se objetiva y entonces produce realmente, para espanto de la enferma, el ruido que temía. Con miras a explicar el proceso total supongo además que el agotamiento es parcial; sólo atañe –según se diría en la terminología de Janet y sus discípulos- al yo primario de la enferma, pues no trae como consecuencia que también la representación contrastante se debilite. (Págs. 110, 111)


Los desordenes alimenticios de la paciente y la abulia (inhibición de la voluntad) son explicados en cambio, como surgidos por una inaccesibilidad que adquieren ciertas representaciones para el Yo, al encontrarsen inmersas en enlaces con afectos no tramitados –inconscientes-. Mecanismo que expone en su artículo “Estudio comparativo de las parálisis orgánicas e histéricas” y cuya conclusión resume aquí:

En el llegué al supuesto de que la causa de estas –las parálisis histéricas- residiría en que el círculo de representaciones de una de las extremidades, por ejemplo, sería inaccesible para nuevas asociaciones; y a su vez esta inaccesibilidad asociativa se debería a que la representación del miembro paralizado permanece englobada {einbeziehen} en el recuerdo del trauma, gravado este por un afecto no tramitado. Puntualicé, tomando ejemplos de la vida corriente, que una investidura así de una representación con afecto no tramitado conlleva siempre cierto grado de inaccesibilidad asociativa, de inconciliabilidad con nuevas investiduras. (Pág. 108)

Los dolores de la paciente son tomados como en su origen con una posible base orgánica pero que luego han devenido símbolos mnémicos de una situación traumática que coincidió en el tiempo con la manifestación primaria y objetiva de ese dolor.

Una parte de los dolores eran sin duda de base orgánica, (…) otra parte de los dolores eran, con extrema probabilidad, recuerdos del dolor, símbolos mnémicos de las épocas de emociones y de cuidado de enfermos que tanto lugar habían ocupado en la vida de la paciente. (Pág. 109)


Por último, como se observo, la mayoría de las alucinaciones se remitieron a series de sucesos traumáticos del pasado de la paciente a los que se accedió por la ampliación de su memoria por medio del uso de la hipnosis.

Sin embargo, para el otro síntoma principal; la intensa angustia que experimenta Emmy, se insinúa –y esto en relación a desarrollos teóricos posteriores- como producto de una retención de grandes sumas de excitación derivadas no de un suceso traumático exterior sino por la prolongación de una abstinencia sexual.

Me entra la sospecha de que esta mujer violenta, capaz de tan intensas sensaciones, no pudo triunfar sobre sus necesidades sexuales sin serias luchas y sin sufrir de tiempo en tiempo un agotamiento psíquico en el ensayo de sofocar esta pulsión, la más poderosa de todas. (Pág. 120)

ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA ( VII ) - Historiales clínicos.


2. CASO EMMY VON N.


I. SINTOMATOLOGÍA
Emmy Von N. paciente de 40 años. Aunque manifiesta un intermitente dolor en la pierna derecha que de vez en vez también suele irradiarse a la zona ovárica, la extremidad superior de ese mismo lado, la espalda y el cuello, se establece que su sintomatología principal se concentra en lo psíquico bajo la forma de frecuentes alucinaciones y una intensa y prolongada sensación de angustia.
Adicionalmente, la paciente muestra un desbordado  recelo y sobresalto hacia los extraños, un tic como chasquido con la lengua y desordenes alimenticios.


II. TRATAMIENTO
El tratamiento que se ofrece a la paciente es una mezcla de; baños, masajes, dieta y sugestión hipnótica.

La sugestión hipnótica es utilizada aquí por Freud de dos maneras distintas:

i) Como sugestión directa: ordenes que buscan la reconvención de la paciente sobre sus síntomas –restarles importancia- , o especialmente decretar que los borre de su memoria.

No sólo le borro el recuerdo plástico, sino que le revoco la reminiscencia entera de su memoria, como si nada de eso hubiera sucedido. (Pág. 82)

ii) Como exploración mnémica (uso devenido del método catártico de Breuer): Ampliación de la memoria del paciente para que logre dar cuenta –y por medio de la declaración descargue el afecto latente del recuerdo- de los sucesos que están en el origen de sus síntomas.

Es este segundo uso de la hipnosis el que aplicado a los contenidos de las alucinaciones de la paciente el que conlleva a que ella narre 4 series de recuerdos “traumáticos”, donde la última de las series se revela como esencial en la detonación de la histeria:

Serie 1; Sustos por animales y cadáveres.
“Primero a los cinco años; mis hermanitos solían arrojarme animales muertos. Entonces tuve el primer ataque de desmayo con convulsiones, (…) después, a los siete años, cuando de improviso vi a mi hermana en el sarcófago; luego a los ocho, cuando mi hermano me asustaba envuelto en una sabana como un fantasma; y también a los nueve años, cuando vi a mi tía en el sarcófago y de pronto se le cayó la mandíbula inferior”. (Pág. 75)


Serie 2; Miedo relacionado a la locura, los manicomios y a la muerte.
Como vio (a los quince años) llevar a su prima al manicomio; quiso pedir auxilio pero no pudo y perdió el habla hasta el atardecer de ese día. (…) relata que su propia madre pasó algún tiempo en el manicomio. Cierta vez tuvieron una criada cuya patrona anterior había estado en el manicomio un lapso prolongado, y solía contarle terroríficas historias de cómo ataban a los enfermos a unos asientos y ahí los zurraban, etc. (…)

Cómo (a los quince años) halló a su madre tendida en el suelo por un ataque de apoplejía, a pesar del cual vivió cuatro años más; y cómo, a los diecinueve años, regresó cierta vez a la casa y hallo muerta a su madre con el rostro deformado. (…)
Cómo a los diecinueve años, al levantar una piedra, halló debajo un sapo, tras lo cual perdió el habla durante horas. (Pág. 77)


Serie 3; Sobresaltos.
Cómo cuidaba a su hermano enfermo y él a consecuencia de la morfina sufría crudelísimos ataques en los que la aterrorizaba y atrapaba. (…)

Cómo tenían en casa a un amigo a quien le gustaba deslizarse inadvertido en el dormitorio para surgir de repente; cómo, muy enferma tras la muerte de su madre, fue a un sitio de restablecimiento y allí una enferma mental, por error, se llego varias veces a su habitación y hasta su cama; y por último, cómo en su viaje desde Abbazia hasta aquí un extraño abrió de repente, en cuatro oportunidades, la puerta de su compartimiento en el tren, y ella todas las veces lo miró petrificada. Tanto se aterrorizó que llamó al guarda. (Págs. 80-81)


Serie 4; La muerte del esposo, el resentimiento a su hija menor y la posterior persecución de los parientes de su marido.
Cómo ellos –ella y su esposo-  estaban en un lugar de la Riviera, que ambos amaban mucho, y pasaban por un puente y a él le sobrevino de pronto un espasmo de corazón, se desplomó de repente, estuvo ahí tendido unos minutos como sin vida, pero después se levantó ileso. Cómo después, durante su puerperio por la pequeña, el marido, que desayunaba en una mesilla ante su cama y leía los periódicos, de pronto se puso de pie, la miró de una manera peculiar, dio algunos pasos y cayó muerto al piso. (Pág. 82)

Por tres años ha odiado a la niña, porque siempre se decía que habría podido cuidar a su marido hasta que sanase de no haber guardado cama a causa de ella. (Pág. 84)
Los parientes de él, que siempre se opusieron al matrimonio y después le cobraron inquina de verlos vivir con tanta dicha, habían propagado el infundio de que ella lo envenenó,… (Pág. 84)


III. DESCRIPCIÓN DEL CARÁCTER DE LA PACIENTE.
La eficacia con que la paciente llevaba las responsabilidades propias de su status; sus negocios y relaciones sociales, son señales de sus sobresalientes aptitudes intelectuales y la energía de su voluntad, sin embargo, en la intimidad demostraba ciertos vacios en su carácter que podrían estar en la raíz de su enfermedad:

i) Hipersensibilidad moral: severidad para consigo misma, escrupulosidad excesiva, tendencia a reprocharse duramente a la más mínima negligencia e inclinación a menospreciarse.

ii) Carácter apasionado: y sin embargo, ausencia de alusiones a una vida sexual activa.